Críticas al helipuerto en la Reserva Ecológica

A más de tres meses de la autorización del gobierno de Mauricio Macri a la empresa Serivicios Helicenter de instalar un helipuerto a menos de 500 metros del mayor espacio verde de la Ciudad -la Reserva Ecológica de la Costanera Sur-, la Asociación Civil Por la Reserva ya denuncia irregularidades y diferentes ambientalistas critican su funcionamiento. Ambas partes no están de acuerdo con el Certificado de Aptitud Ambiental de la Agencia de Protección Ambiental (APrA) que permite un máximo de cinco vuelos diarios, exige que se hagan mediciones semestrales de niveles sonoros generados por los helicópteros y que el área de vuelo estè por fuera de la zona de la reserva. La empresa que comenzó con el negocio es propiedad de un amigo de Mauricio Macri, Cristiano Rattazzi, presidente de Fiat Argentina. Por otra parte hay un antecedente en las Cataratas del Iguazú donde helicópteros brasileros afectaron la flora y fauna de la región en 1997.

Macri y Rattazi en un evento de Fiat (tiempomotor.com).

“La reglamentación existente es clara respecto de la incompatibilidad de las aves con el helipuerto. Por ejemplo, en aeroparque han puesto distintos dispositivos para ahuyentar las aves y no permitir que ocurran colisiones”, afirma Emilio Grassi, miembro de Por la Reserva. El biólogo y ambientalista, creador de la asociación FUNAM, Raúl Montenegro, agrega que mas allá de que la reserva conserva vegetación y algún tipo de especie de animales, es básicamente ornitológica y si hay algo que se ve especialmente afectado son las aves.

“Lo de los cinco vuelos diarios es un mito”, explica Grass, quien cree que un emprendimiento de estas características busca asentarse, generar todo un espacio de acostumbramiento en el lugar, para que cuando se generen conflictos por la presencia de aves se comiencen a aplicar los reglamentos aeronáuticos –indican que hay que espantar a las aves- que perjudicarán más aún a la reserva. Otro punto en contra del helipuerto que menciona Montenegro es el hecho que “los cinco vuelos por día permitidos representan una gran cantidad”.

Otra problemática a tener en cuenta es el inconveniente del ruido. Según Grass el “estudio de impacto ambiental es trucho” porque las empresas especializadas hacen lo que pide el cliente, lo que el necesita. “El máximo de 50 decibeles, que es lo permitido durante el día, es un límite sobrepasado con amplitud por los helicópteros”, explica el miembro de Por la Reserva.

Montenegro cree que se debería realizar un mecanismo de consulta que además de analizar todos los factores que pueden afectar a la fauna del lugar incluya a la gente que visita la reserva, ya que su opinión debería formar parte de la evaluación. “Antes podía tener los ruidos de aeroparque pero son totalmente distintos a los que puede tener ahora con un helipuerto a menos de 500 metros”, concluye el biólogo.